Antes de ir a la estación a por los billetes para ir a , volvemos a dar otra vuelta por la medina. Intentamos ir por otro lado pero la orientación en la medina no es tarea fácil y terminamos yendo en la dirección opuesta. Es impresionante lo liadas que son las medinas! De echo, la medina de Fes el-Bali (Fez la Vieja) es una de las ciudades medievales habitadas más grandes del mundo, actualmente cuenta con un millón de habitantes. Aunque perderse tiene su gracia porqué te suele llevar a sitios con muchos menos turistas, pero, con muchos burros que transportan de todo. Curtidurías, bazares, mercados de especias, henna, mezquitas, madrazas,...
Uno de los pocos edificios que se pueden ver en la medina es la Madraza Bou Inania, una bella escuela teológica, erigida por los benimerines. Sorprenden las paredes de yeso y los marcos de madera perfectamente tallados y los mosaicos.
En Meknés tenemos que coger un petit taxi para acercarnos a la medina, que nos recibe con la inmensa plaza el-Hedim, llena de terrazas, tiendas y carruajes. Mientras que, al otro lado vemos la puerta Bab el-Mansour (que, actualmente no se puede cruzar y acoge una pequeña galería de arte), la antigua entrada principal de la ciudad imperial de Mulay Ismail.
Empezamos a recorrer el zoco, pero como siempre terminamos perdiéndonos. Ese mapa estaba mal, seguro! Es que no había manera! Fueras por donde fueras salías en el mismo sitio! Vaya laberinto. Caminamos entre tiendas lugareñas y mercados de ropa y ni rastro de turistas.
Anduvimos buscando un restaurante que salía en la guía y después de dar tumbos y tumbos, lo encontramos! Si es que, menos mal que mi acompañante tiene intuición… pero, encima, estaba cerrado!! Pero bueno, no nos vino mal porqué terminamos comiendo en uno de esas terrazas de calle, des de las que se ve lo que comes, aunque no sabes lo que comes. Sigo manteniendo la teoría de Ginaluca de que tantos gatos (gatos-tigres, diría yo) no es normal. Y, de postres, en una terraza con vistas, nos tomamos un té a la menta… no podía faltar! Con espectáculo incluido: una acalorada discusión entre un par de chicas con superminifalda y tirantes y otra chica con pañuelo y jelaba y su grupo, al que se iban añadiendo los transeúntes.
Seguimos la ruta, en búsqueda del Palacio Real y al final terminamos por otras callejuelas donde los niños jugaban al fútbol, mientras los mayores empaquetaban lana de cordero. Y, el sol va poniendo…
Y, ya de vuelta a casa, con el tren en retraso… y nos perdemos el festín del hostal y la marcha de los italianos… qué lástima!
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