Marrakech: o la vida en una plaza (10 agost 2006)
con una visión de una ciudad que bien podría ser Marbella o alguna urbanización playera. Se intuía diferente.
Marrakech es la capital del sur de Marruecos pero, curiosamente, está situada en el centro. Antiguamente atraía a las caravanas de camellos del sur. Según se cuenta, era la mejor ciudad que nunca habían visto los mercaderes, un oasis. Y, de echo, actualmente, sigue siendo una gran atracción turística de viajeros fascinados por sus leyendas y misterios.
Las murallas de la ciudad tienen 12 kms de longitud y la ciudad acoge a casi un millón de habitantes. Fue fundada en 1602 por el sultán almorávide Yusuf ibn Tasfin y se convirtió pronto en uno de los centros artísticos y culturales más importantes del Islam.
El taxi nos lleva hasta la plaza Djemaa el –Fna, que según lo que decía la guía era un lugar de lo más especial, una cita ineludible, sobretodo de noche. Ya a esas horas se veía llena de gente, de griterio, bastante diferente al ambiente que dejamos en Fes. Íbamos en busca de un ryhad que salía en la guía, a precio económico, pero estaba lleno, pero nos recomendaron otro sitio y la verdad es que era un hostal de lo más agradable, el Hotel Essaouira. Sus habitaciones daban a un pequeño patio interior con una decoración preciosa con azulejos, cortinas, lamparas y espejos. Además de la siempre recurrente, la terraza, para dormir y tomarse algo en los momentos de relax.
Después de desayunar y descansar un poco, nos decidimos a salir a descubrir Marrakech. La plaza Djeema el-Fna acoge a malabaristas, narradores de cuentos, músicos, encantadores de serpientes, acróbatas, magos, vendedores de todo tipo de cosas, paradas con ricos zumos de naranja y una gran mezcla de gentes, tanto turistas como marroquíes.
Bajando la plaza se vislumbra la mezquita Koutoubia, construida en la ubicación de una antigua mezquita almorávide del s. XI. Se trata de un un ejemplo clásico de la arquitectura andalusí-marroquí. Al principio fue cubierta de yeso pintado y revestida de zellij (azulejos) de vivos colores, pero esta decoración ha desaparecido. El nombre de "koutoub" o "kutub", libros en árabe, es todo lo que queda del mercado de libreros que existió en este lugar.
Bajamos hasta el Mellah (barrio en el que aún viven unos 250 judíos), pasando por el Zoco de Place des Ferblantiers y la kasba (barrio real), pasando por calles estrechas y, como siempre, nos sale gente que nos dice que esa calle no tiene salida. Nunca se sabe si es o no verdad. Encima a esas horas de pleno sol todo está cerrado.
Por la tarde paseamos por la zona de los zocos, encima de la plaza Djemaa el-Fna. Es increíble la cantidad de tiendas que hay. Hay de todo: babuchas, jelabas, teteras y vasos, collares, pulseras, lámparas,…. Y todos te gritan para que entres a mirar: “más barato que Andorra” o “más barato que Carrefour” o “mirar no cuesta nada”. Sinceramente, a mí me agobia… de hecho, no compré nada. Estaba embelesada mirando y remirando, pensando en qué me llevaría y para quien. Y, al final, nada de nada. Bueno, sí, unas babuchas rojas, pero que regateó mi compi (qué arte, madre!).
Por la noche la plaza se transforma en un inmenso restaurante, rollo tapeo. Puestecillos donde puedes comer: carne, pescado, caracoles, cabezas de cordero, sopa, berenjenas, patatas, aceitunas, salsas… de todo. Multitud de gente local y turista se sienta a comer ahí. “Mejor que Ferran Adriá” nos dijo uno. Yo alucino con el arte que tienen!
[éstos son sus cocineros]
2 comentaris:
qué maravilla síl! lo he leído y visto todo todito todo!!! que bien suena!!!
aish, yo que lo quería terminar y retocar un poco :S
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